martes, 23 de mayo de 2017

Lo de matar por encargo en el país, no viene de ahora


Las primeras muertes que se registran en nuestro país por sicariato, no es cuestión de meses. Ya por los años noveinta un grupo de dominicanos deportados de Estados Unidos, quienes formaron parte de bandas ligadas al narcotrafico, ejecutaban a muchos de sus contrarios por paga.

Aquí en Santo Domingo se registro el caso del propietario de la estación de gasolina que funciona frente al Multicentro La Sirena, de la avenida Winston Churchill. El dueño de esa bomba de gasolina fue muerto por los integrantes de una banda, quienes le cobraron porque, el muerto, le había dado "un tumbe" a unos colombianos en la ciudad de New York.

En ese momento el escándalo estalló y vimos por televisión y la prensa escrita como la mayoría de los integrantes de esa banda, eran jóvenes hijos algunos de empresarios, muchachos de clase alta, acostumbrado a la buena vida, que se habían ido a Estados Unidos y por allí descubrieron una forma rápida de hacer dinero. Todavía hoy, en la Cárcel de Najayo, guarda prisión el principal autor de aquellos hechos, conocido como Jochy "mamola".

Osea, que a finales de los años noventa ya estábamos conociendo la nueva práctica del crimen, la que se ha ido incrementado y precisamente parece tener su origen en integrantes de bandas que para quitarse el enemigo de enfrente pagaban a sus "mejores hombres" para que cometieran esos hechos.

Lo del sicariato en el país, si se quiere a caído hasta en el relajo. En Santo Domingo, República Dominicana te matan por cualquier cosa, hasta por 20 ó 10 mil pesos.

A mi cuñado Fausto del Carmen Almonte Jiménez, también lo mataron por encargo. El 13 de febrero del 2008. Dos individuos a los que él nunca había visto en su vida, le esperaron en la puerta de su casa y le dieron dos disparos que acabaron con su vida, una vida productiva. Y lo hicieron porque aparecieron personas que pagaron para ello, gente que no supo defender de frente lo que entendían eran sus derechos y le pusieron precio a su vida, 60 mil pesos.

Los sicarios no tiene alma, no se conduelen de nada ni nadie. Cuando van a ejecutar el trabajo para el que fueron contratados lo hacen y punto, sin importar si te están confundiendo como el caso del ingeniero Amparo Luna. a quien confundieron con otra persona y hoy su familia se priva de su presencia.

De manera que ahora cuando la Policía Nacional y la Dirección Nacional de Control de Drogas presentan una banda dedicada al sicariato, no nos desgarremos las vestiduras que eso ha estado pasando en el país desde hace décadas. Ahora, cuando el monstruo es grande, es cuando se puede observar en su verdadera magnitud, pero nunca es tarde. Enfrentemos esta modalidad del crimen con todo el riguroso peso de la ley, sin contemplaciones

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